domingo, 19 de octubre de 2008

Saber-que-no-se-sabe


Todos sabemos. Esta expresión, un tanto dogmática a primera vista, simplemente expresa que todos sabemos algo; negarlo sería difícil. Nada tiene de llamativo; cualquier (des)conocedor de Sócrates o Descartes se reiría de ello, inclusive.

Sin embargo, en nuestra cotidianidad académica, muchas veces olvidamos que siempre sabemos, que aún el negar cualquier posibilidad de saber implica afirmar un conocimiento. La paradoja de tomar como un no-saber el saber nos abre una serie de preguntas: ¿qué hacer ante esa posición? ¿La consideramos una falsa epistemología? ¿La denunciamos como tal? ¿Nos posicionamos en-ella a pesar de su contradicción lógica fundante? ¿O simplemente la ignoramos? Abrir esta serie de cuestionamientos es un comienzo. Tal vez podríamos derrumbar los mismos sosteniendo que sólo son paradojas del defectuoso lenguaje humano, y que no vale la pena invertir tiempo en ellas. Es otra posibilidad, pero dejo que el lector lo evalúe bajo su propio juicio.

Sólo para molestar, seguiremos jugando un poco con esta cuestión (sea por simple divertimento, sea por algo más). Tomemos una de las preguntas recién mencionadas: “¿la consideramos una falsa epistemología?”. Tal pregunta contiene un a priori interesante (o al menos divertido). Si la consideramos una “falsa epistemología” es porque ya la hemos legitimado, al menos como una epistemología (sea esta falsa o verdadera). Y legitimar implica siempre un aval institucional de profesionales que la reconozca como tal. Desde el punto de vista de quien escribe, en nuestra cotidianidad académica actual, nos encontramos ante eso, ante dos formas legitimadas de saber: la de aquellos que saben, y la de aquellos que saben que no-saben y denuncian a quienes saben (esta clase de oraciones puede resultar molesta de leer, pero debe molestar en algún punto - en caso contrario, no produciría absolutamente nada). Y desde aquí se disparan varias preguntas: ante estos dos saberes, ¿cuál es mejor? ¿El menos dogmático? ¿Cómo determinar eso? ¿Cómo saber que saber es mejor? ¿Por su coherencia teórica interna? ¿Por su efectividad en la práctica?

Y otra pregunta que resuena, o que al menos debería resonar (y que es la excusa de este texto): ¿qué tiene que ver la política con todo esto? Tiene que ver, y mucho. Como legos, como estudiantes, como pasantes académicos, como lectores, pero, por sobre todo, como humanos, cualquier posición que tomemos ante un conjunto de conocimientos será una posición política. Es usual en el ámbito académico considerar como característico de diversas actitudes (término que no esta usado de manera azarosa, vale aclarar) teóricas el cliché “todo es política” de manera descontextualizada y a modo de simple adorno estético. La política es acción, y en este caso, accionar ante un conjunto de saberes y, esto es algo vital, aceptar las consecuencias de dicho posicionamiento.

Pues bien, la propuesta de este texto es la siguiente: pensar cuál es nuestra posición política (o bien “ética”) ante el conocimiento, ante el saber (cómo accionamos, cómo nos pensamos a nosotros mismos en relación-a); pensar cuáles son las consecuencias de dicha acción. Retomemos la paradoja inicial del saber-que-no-se-sabe ¿Es posible tomar la decisión política de posicionarse en ese paradigma? Puede que sí, puede que no: la pregunta queda abierta. No obstante, y a riesgo de sonar reiterativo, estando nosotros en el ámbito de las ciencias humanas, mientras no tomemos nuestra posición ante el conocimiento como una acción política, cualquier clase de saber quedará reducido a una mera reproducción, a un “saber” vacío de contenido.

1 comentario:

Deyvid dijo...

Que tarde encuentro este escrito.
La sensacion que se quiere retratar, creo que es de lo mas acertada; no solo en su inexplicable justificacion academica en explicar un saber desde la Otra-cosa en esa Otra escena, sino en su deficiente articulacion hacia el sosten de una profesion netamente virtual asi conceptualizada.
Las deficiencias que los hospitales de Salud mental aquejan, es seña de esto.

Yo creo que hay una diferenciacion que esclarece este tema. Que es el que divide entre un examen epistemologico, y una intervencion profesional.
Para el primero, se requiere estudiar, no solo lo que la facultad indica, sino tambien,por decirlo globalmente, toda la historia de la filosofia, por empezar. Por cuanto esto pueda dilucidar intelectualmente que clase de saber-que-no-se-sabe esta en juego, podremos irnos a casa mas contentos cada uno.

Pero para el segundo, lamentablemente, se juega de a dos.
Se interviene hacia otra persona en un marco profesional, del que soy responsable de su eficacia.
Los psicologos deben responsabilizarse por la salud mental.
¿Pero la salud mental en cuanto la epistemologia de la Otra-cosa hace funcionar alli un deseo?
Si el deseo moviliza las alucinaciones, la Otra-cosa alucina al deseo,y lo hace sostenerse alli donde seguramente no existe, por lo que no es mas que una consecuencia logica de sus postulados, no pudiendo estar mas desprendido de estudios cientificos mas para no desacreditas una historia de enseñanza proveniente de Viena, ahora instalada en Buenos Aires, con sede en Paris.

Con esto quiero decir, que la Otra-cosa merece un relevamiento epistemologico; pero no por ello hagamosle control de calidad a un solo producto.
O no por ello creamos que un examen epistemologico podra recomponerlo y elevarlo al estatuto de una acertada epistemologia.
Por un lado porque seria impensado dado el caracter conservador y oligarquico que los terratenientes que gobiernan la Alta Casa de Estudios, mantienen con el predominio de la Otra-cosa(que copado este de poner guion entre las palabras); y por el otro porque resultaria, no completamente, pero si en un punto, una perdida de tiempo, por cuanto la demanda, pese que a la teorizacion psicoanalitica le pese, conlleve ciertos procedimientos que resulten eficaces.
La pragmatica escencia del conocimiento orientado hacia tal fin, debe ser, a mi entender, el lugar desde donde la facultad se interrogue: ''¿Que soy ahi?''.
Actualmente sabemos que fantasma utiliza para tal pregunta.
De los estudiantes, al menos, dependera lleverla para atravesarlo, y mostrar que tan barrado se encuentra su garante simbolico. Mucho mas de lo que ella cree, por cierto.